03 de Marzo de 2009
Defección del liderazgo concertacionista
Por Felipe Portales*
Con el gobierno de Bachelet se ha hecho evidente el completo abandono de los ideales y proyectos prometidos al país en 1989 por el liderazgo de la Concertación. En lugar de aprovechar la mayoría parlamentaria que obtuvo en los inicios de su Gobierno, para llevar a cabo las profundas reformas económico-sociales planteadas en el Programa de ese año, prefirió concordar con la derecha cambios menores al sistema de AFP impuesto por la dictadura. Y ni hablar del inicuo Plan Laboral que hasta la fecha vulnera gravemente los derechos a la sindicalización, negociación colectiva y huelga.
Este abandono ya había sido reconocido por la eminencia gris del gobierno de Aylwin, Edgardo Boeninger, en su libro Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad, publicado en 1997. Allí Boeninger reconoce que a fines de los 80` el liderazgo concertacionista llegó a una convergencia con la derecha en el plano económico, "convergencia que políticamente el conglomerado opositor (la Concertación) no estaba en condiciones de reconocer". (p. 369)
Lo anterior explica porqué aquel liderazgo regaló solapadamente la mayoría parlamentaria que tenía segura de acuerdo a los términos originales de la Constitución del 80 (se la garantizaban al Presidente futuro los artículos 65 y 68 de ella, que la contemplaban teniendo solo mayoría absoluta en una de las cámaras y un tercio en la otra); al aceptar la modificación de esos artículos, lo que pasó inadvertido dentro del paquete de 54 reformas plebiscitado en julio de 1989. Regalo inédito en la historia de la humanidad; y que le permitió exculparse de no cumplir el programa prometido, aduciendo que no tenía mayoría parlamentaria para tal efecto.
Lo anterior explica también la aparentemente demencial política de los sucesivos gobiernos de la Concertación destinadas a liquidar toda la prensa escrita afín a dicha coalición y que se había desarrollado laboriosamente bajo Pinochet. De acuerdo a testimonios nunca desmentidos de -entre otros- varios Premios Nacionales de Periodismo (Juan Pablo Cárdenas, Patricia Verdugo y Faride Zerán) aquella política se expresó en el bloqueo de millonarias ayudas financieras holandesas por parte del gobierno de Aylwin; en la permanente discriminación del avisaje estatal; y en la compra de algunos medios por destacados personeros de la Concertación, para luego cerrarlos. Además, dicha política se complementó con el bloqueo indirecto de intentos de las empresas de El País (España) y Le Monde de desarrollar diarios en nuestro país; y en la injusta y tenaz negativa a devolverle a Víctor Pey los bienes que le confiscó la dictadura correspondientes al centro-izquierdista diario Clarín, y que él se ha comprometido a volver a publicar.
Como los periodistas afines a la Concertación no experimentaron la mencionada "convergencia" con la derecha; era claro que, a la corta o a la larga, aquellos medios se convertirían en los reales opositores a las políticas neoliberales implementadas por los gobiernos concertacionistas.
La exitosa destrucción de esos medios en la década de los 90 y el acostumbramiento y resignación posterior de la sociedad chilena ha permitido que, años después, destacados líderes de la Concertación "estén en condiciones de reconocer su convergencia con la derecha". Así, tenemos a un Alejandro Foxley que ha declarado que "Pinochet...tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización...que hay que reconocer su capacidad visionaria (de) abrir la economía al mundo, descentralizar, desregular, etc."; y que ella "es una contribución histórica que va perdurar muchas décadas en Chile" y que "ha pasado el test de lo que significa hacer historia, pues terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos para bien, no para mal". (Revista Cosas; 5-5-2000).
O a un Eugenio Tironi, que ha afirmado que "la crisis de 1973 no fue simplemente el colapso de la UP", sino también "el desplome de un modelo que por largo tiempo intentó congeniar la integración social, la industrialización y el régimen democrático, sobre la base de una fuerte intervención del Estado"; y que "Chile aprendió hace pocas décadas" que no podía continuar con ese modelo y que "el cambio fue doloroso, pero era inevitable. Quienes lo diseñaron y emprendieron mostraron visión y liderazgo". (La irrupción de las masas y el malestar de las elites, 1999, pp. 148 y 162)
A su vez, la derecha nacional e internacional ha reconocido muy positivamente aquel profundo cambio de la dirigencia concertacionista. Así, uno de los mentores de los "Chicago-boys", Arnold Harberger, señaló en 2007 que "estuve en Colombia el verano pasado participando en una conferencia, y quien habló inmediatamente antes de mí fue el ex presidente Ricardo Lagos. Su discurso podría haber sido presentado por un profesor del gran período de la Universidad de Chicago. El es economista y explicó las cosas con nuestras mismas palabras". (El País; 14-3-2007)
Por su parte, consultado Oscar Godoy si observa un desconcierto en la derecha por "la capacidad que tuvo la Concertación de apropiarse del modelo económico", respondió: "Sí. Y creo que eso debería ser un motivo de gran alegría, porque es la satisfacción que le produce a un creyente cuando consigue la conversión del otro. Por eso tengo tantos amigos en la Concertación; en mi tiempo éramos antagonistas y verlos ahora pensar como liberales, comprometidos en un proyecto de desarrollo de una construcción económica liberal, a mí me satisface mucho". (La Nación; 16-4-2006)
*Sociólogo y autor de Chile: una democracia tutelada y Los mitos de la democracia chilena
Gasto Fiscal e Inflación
Por: Marcel Claude. Economista
He visto con repugnancia el debate “técnico” en relación al impacto del gasto fiscal en la inflación. Todos lo dan por hecho. Dado que el Estado está gastando más –léase le está dando unas cuantas monedas a los más pobres para que se las puedan arreglar con las alzas de precios-, entonces la inflación es culpa de esa desmedida y casi descabellada preocupación por los más pobres.
La mecánica es la muy conocida ley del mercado que nos dice que cuando hay más demanda hay más presión sobre la oferta y esta reacciona aumentando los precios. Pero hasta el más mediocre de los economistas sabe que el fenómeno de la inflación no es tan mecánico ni mucho menos tan simple. Por ejemplo, podría existir una situación de acumulación de inventarios por caída de la demanda, entre otras cosas por el aumento de los precios internacionales de los alimentos y la consabida pérdida de poder adquisitivo. No hace mucho tiempo que la prensa informó de la crisis alimentaria y del aumento catastrófico en el precio del arroz y de la harina que ha hecho subir el precio del pan. Entonces, el poder adquisitivo se ha venido al suelo y los gastos paliativos que hace el Estado para poder paliar esta situación, no serían la causa del problema. Entonces hay que medirse a la hora de llegar e imputarle al gasto público el aumento de la inflación. Ni hablar del espectacular aumento del petróleo que sin lugar a dudas ha impactado severamente el fenómeno inflacionario que no es responsabilidad de los gastos del Estado.
Por otra parte, a la hora de encontrar responsables del aumento de la inflación ¿Por qué no se dice nada de las políticas orientadas a paliar la caída del dólar? ¿Comprar dólares no implica mayor circulante en la economía que presiona los precios hacia arriba? ¿Por qué cuando se trata de las políticas que van en beneficio del 1% de las grandes empresas y de las trasnacionales que hacen el 98% de las exportaciones, nadie se escandaliza por el fenómeno inflacionario? Doble pecado, primero, éstas compras de dólares meten más circulante en la economía y, segundo, aumenta más la inflación pues sube el precio del dólar y, en consecuencia, de los productos importados, entre ellos, cosa grave, el petróleo ¿esto no afecta la inflación?
Eso no es todo, se sabe que las economías con alta concentración de la propiedad, con mercados en donde mandan una a dos empresas monopólicas, un fuerte aumento de los precios externos debido a problemas de carácter mundial, tienden a trasmitirse casi por completo hacia los consumidores, dado que los monopolios tienen el poder para traspasar todo el impacto sobre los precios y nada sobre sus utilidades. Eso lo saben todos los economistas, pero, a la hora de cuestionar las posiciones monopólicas de las grandes empresas representadas en la Sofofa o la CPC, todos miran para el cielo y se hacen los desentendidos.
Y cuando de subir el salario mínimo se trata, salen a llorar y a proferir gritos desgarradores ¡Oh mi Dios, la inflación! ¡Madre divina que se nos viene la crisis y se oirá el rechinar de los dientes! Pero ni se acuerdan de la, a estas alturas, maldita UF que se ha constituido en un muro de protección para las utilidades y rentabilidades del capital financiero, la banca, las sociedades anónimas y en una verdadera sangría para el sueldo de los trabajadores ¿hay algún economista de la plaza que pueda desconocer el feroz impacto que tiene en la inflación la famosa UF?
El gasto público en Chile es casi despreciable, en comparación con la importancia de éste en los países desarrollados. Mucho más saca el capital extranjero del país como utilidad que lo que gasta el Estado. Resulta francamente abusivo responsabilizar al gasto público de la inflación, cuando hay factores mucho más significativos que influyen en ésta y que dicen relación con los mecanismos de poder, control, dominio y abuso de la elite sobre el pueblo chileno.
Es repugnante darse cuenta que detrás de todo esto hay un intento inmoral y despreciable por hacerle pagar solo a los más pobres, a los trabajadores, el impacto del aumento de los precios externos. Efectivamente han subido el precio internacional de los alimentos y del petróleo, por lo que, al decir de los economistas, somos más pobres ya que con la misma riqueza –digo por decir- tenemos que comprar menos. Entonces, hay que asumirlo no más si no queremos inflación interna. Hay que aceptar que somos menos ricos que antes o, mejor dicho, que somos más pobres aún. Pero de allí a pretender que los trabajadores tengan que empobrecerse por ellos y por las sociedades anónimas, el capital financiero, las trasnacionales y los grupos económicos, para que éstos no dejen de ganar gracias a su poder monopólico, a la influencia en el Banco Central para que se les asegure el precio del dólar y gracias a la pervertida UF, es ir demasiado lejos, es ser simplemente abusadores.
Extraido de www.elciudadano.cl
El concubinato Concertacionista - Aliancista
Viernes, 01 de Agosto de 2008
Escrito por Salvador Puccio.
Estupor me ha causado leer, en la prensa oficialista del día de hoy, las declaraciones del ministro vocero de la Presidencia, Francisco Vidal, declarando que para la Presidenta Bachelet el juez Alfredo Pfeiffer, recientemente rechazado por el Senado, es un "buen Juez".
Como a estas alturas ya muchos conocerán la postura que ha tenido el juez Pfeiffer en torno a los DDHH, es bueno mencionar que este señor, en la Comisión de Justicia del Senado, se declaro partidario de la aplicación de la Ley de Amnistía a los encausados en casos de violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura.
Además, confirmó su abierto rechazo a la suscripción de Chile al Tribunal Penal Internacional que ha sido reiteradamente rechazado por la bancada derechista en el Senado.
Para no ser poco todo ésto, en una entrevista realizada por la periodista Raquel Correa para el diario El Mercurio varios años atrás, se permitió desconocer el holocausto alemán durante el régimen nazi. Todo esto , seguramente, debido a que uno de sus hermanos fue el Fundador del Partido Nazi en Chile.
No caben dudas que en todo este jueguito de repartijas, entre el oficialismo y la derecha casi opositora a estas alturas, el ministro de Justicia, Carlos Maldonado del Partido Radical Social Demócrata, ha jugado un rol preponderante, ya que él fue el encargado de acordar con la Alianza el nombre de Pfeiffer para asumir como ministro de la Corte Suprema. También fue el responsable del Gobierno de "amarrar" los votos concertacionistas para aprobar la nominación presidencial, lo que despertó la ira del senador radical Juan Antonio Gómez en el Senado, quien con claros signos de histeria, increpó duramente a los demás senadores oficialistas que rechazaban el acuerdo.
Felizmente para todos los chilenos, este ministro radical no logró "amarrar" los votos concertacionistas para aprobar la nominación de la Presidenta Bachelet y con ello Chile aún respira pero no se por cuanto tiempo más.
Aunque algunos concertacionistas "más leales" como Girardi, Gómez, Sabag y otros de la comparsa, aprobaron la escandalosa nominación presidencial pero, felizmente, no fue suficiente para lograr el quórum requerido para estos efectos. Mientras Escalona y Letelier prefirieron abstenerse de votar por Pfeiffer aún cuando, con este gesto, estaban desautorizando a su compañera de partido, sí lamentaron luego la nominación de la Presidenta.
No puedo decir que no me alegra esta determinación de los senadores que votaron en contra de la nominación presidencial porque, de lo contrario, estaríamos frente a otro nuevo error de la Primera Mandataria y con ello consagrando la impunidad en las causas de Derechos Humanos.
Sin embargo, aún es preocupante que el Gobierno quiera insistir en el nombre de Pfeiffer para que integre el máximo tribunal del país y con ello dejar feliz a la derecha chilena que ha despotricado acusando desconfianza en los " acuerdos " contra el oficialismo por " no cumplir la palabra empeñada ".
Este hecho nos demuestra fehacientemente la existencia de un concubinato inmoral entre el Gobierno y la Alianza derechista para repartirse los cupos de poder dentro del Estado sin ni siquiera pensar las consecuencias que conlleva para la aplicación de Justica en nuestro país a través de este juez.
Ahora cabe preguntarse, ¿ en manos de quienes estamos realmente los chilenos ? . La única respuesta que encuentro posible es que estamos en manos de una coalición netamente derechista y que podemos, perfectamente, denominar como Alianza-Concertacionista. Que están férreamente unidas para cuidar y velar tanto por sus intereses económicos personales como por la profundización este nefasto modelo neoliberal sin importar seguir pisoteando los sueños y anhelos de las grandes mayorías de nuestro país.
Salvador Puccio.
Mov. Nueva Democracia
Alienación y farándula como estrategia política |
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escrito por Paul Walder |
lunes, 14 de julio de 2008, El Clarín |
No son pocos los periodistas y editores de televisión que lamentan el sesgo de farándula que ha tomado este medio. Un sesgo que se extiende hacia el resto de la prensa y que decanta en la audiencia, en este caso también cliente, paciente o consumidor. Prensa de farándula, del espectáculo, política del espectáculo, crónica y morbo, drama y comedia. La información diaria procesada en la cocina mediática. Como resultado, un producto informativo moldeado como si fuera ficción. Tal vez producto real, pero información espuria. Falsa, adulterada.
Un proceso que parece natural. Podría llegar a pensarse que la farándula, el rumor y el chisme inocuo, el crimen y el terror, llenan por sus propios méritos espacios periodísticos, porque existe la demanda. Pero sabemos que no es así. El mercado informativo es mera apariencia, invención, para convertir en mercancía la información. Cuando Eugenio Tironi condenó a comienzos de esta peculiar democracia las políticas comunicacionales de los gobiernos de la concertación (la mejor política comunicacional es la que no existe, decía el hoy columnista de El Mercurio) no entregó la producción de mensajes e información al mercado: se la entregó al duopolio, se la entregó a la derecha, al poder económico.
En la televisión el fenómeno tiene algunos matices. La producción de mensajes, de información y entretención, está condicionada por el rating, que es finalmente una medida pecuniaria, y por un coto institucional, que es un respeto y tal vez un terror a las normas impuestas por la institucionalidad política, económica, cultural. Nadie que desee trepar por esos canales institucionales y pecuniarios, nadie que ambiciona la fama y el dinero, osará rasgar esos límites, se aventurará a explorar los márgenes del sistema. Así se hará la televisión, con la misma madera que se hacen los negocios. Esos negocios.
Comercio, sí. Pero también sesgo ideológico, trampa a las conciencias, adoctrinamiento, industria de los afectos, del drama. Monopolio reaccionario de la opinión. “General del Pueblo” y llanto en cadena nacional, liberación de Ingrid Betancourt en Colombia y titulares para la prensa de farándula.
La prensa escrita avanza, se puede ver, por cauces similares. Pero su tránsito, sus estrategias comerciales y conductuales, evidencian sus intenciones. Del mismo modo que la TV, es un medio de farándula orientado no a la diversión, como muy mal se piensa. Está encauzado a la alienación, a masificar el adormecimiento, la aculturación, a generalizar la estupidez. Que la estulticia sea el vínculo social de los chilenos. Esa es la función de la prensa actual, de la prensa en esta democracia. Este es el engendro comunicacional estimulado por Tironi desde el primer gobierno de la llamada concertación.
Dos grandes consorcios con diversos productos, que es el léxico gerencial para referirse a los medios y sus contenidos. Unos para influir políticamente, y otros para alienar. El Mercurio, La Tercera y La Segunda, tres periódicos cuyas diferencia o matices van desde el ultraconservadurismo al conservadurismo, destinados a vigilar y castigar a los gobiernos de esta democracia. El resto de los medios, que son La Cuarta y Las Últimas Noticias, están diseñados como potentes sedantes. Junto a una buena dosis de televisión, la combinación resulta venenosa. Y adictiva.
En esta prensa –aunque en la otra también- el mundo está reducido a una invención mediática, la que brota de la televisión. Una invención, un sistema para el consumo, con consumidores, publicistas, actrices, opinólogos, travestis, peluqueras, cocineras y bailarinas. Un inventario de modelos, un ideario, una oferta de pautas –muy irrisoria, claro- a seguir, de conductas a adoptar. Todo bien ordenado dentro de un sistema. Afuera, terroristas, delincuentes, anarquistas, guerrilleros, plagas, una ralea para aterrorizar y adoctrinar. Una especie, o clase, que merece ser castigada. Por su condición, por su naturaleza. Porque sí. Con eso basta. En esta prensa no hay cabida para las ideas, la reflexión. En esta prensa no hay cabida para el debate, para la organización social, para las ideas, para buscar el origen de nuestros dramas sociales. Farándula, risa, estupidez, que tiene también su inverso: reduccionismo, burla, desprecio. Control social.
¡Qué mejor estrategia para desarmar las crecientes movilizaciones sociales! Más espectáculo, más risas destempladas, más desprecio por los estudiantes y trabajadores organizados. Aumentos de las dosis, del sedante, opio sintético. ¿Crisis económica? ¿Inflación, desempleo, colapso? Nada de eso ni aquello. Como decía aquel finado innombrable, ésta es una isla de paz y tranquilidad.
Los diarios políticos son también un producto. Los publicistas y gerentes le llaman un producto para el ABC1, que es el grupo que concentra en Chile la riqueza. Empresarios, ejecutivos de corporaciones, operadores del sistema financiero y algunos profesionales de éxito económico. Por cierto que también se cuela aquí la elite de esta democracia, de la derecha y de la llamada concertación. Estos diarios son un vehículo para la publicidad de artículos de consumo caros, pero son también canal para los intereses, conspiraciones, rumores y chismes de esos grupos. Porque en Chile durante esta democracia la política se ha hecho, existe, según los intereses del ABC1.
PAUL WALDER
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